Abres los ojos. El sonido de la alarma te despierta. Lo primero que haces esta mañana, como cualquier otra, es coger tu teléfono móvil. Ves que tienes notificaciones nuevas. Por instinto decides abrirlas. Tu primera imagen del día: un cuadro. No es un cuadro cualquiera, es una representación estética bien elaborada, con colores armoniosos y un tinte rojizo característico. Arte inmediato, sin firma, solamente una palabra se te queda en el recuerdo. Es el nombre de una marca. Para casi todo el mundo, el primer paso del día consiste en revisar las redes sociales. Muchas empresas hacen uso del Social Media Marketing. Pero no todas lo emplean correctamente.
Imagina todos los pasos anteriores con la diferencia de que, en lugar de ver una composición lograda, ves un póster. Un póster de baja calidad, tanto visual como informativamente. Exportado con mal formato, de colores estridentes que inspiran cierta agresividad, tipografías de uso clásico que parecen cutres, e imágenes predispuestas sin orden claro. Todo con una edición pobre, hasta el punto de que se diferencian los límites entre las formas. Y claramente, también ves una marca. En este caso, tu primera imagen del día no formará un bonito recuerdo. Ni de lo que has visto ni de quién lo ha puesto a tu entera disposición.
Como toda obra, inspirará unas emociones en ti. En contra de lo que consiguiera despertar la visión anterior, esta será un esfuerzo en vano de publicidad que acabará por crear una percepción negativa, probablemente errónea, en el espectador. Cliente perdido por no dedicar los esfuerzos y medios suficientes a la creación de un contenido.
En un nuevo terrero de juego
La publicidad ha cambiado radicalmente estos últimos años y su entorno, ahora casi por completo audiovisual, aún más. Las redes sociales son el medio principal por el que se emiten y consolidan las campañas. Este espacio, compartido directamente con el consumidor, dista mucho de los medios tradicionales. La televisión, la prensa y la radio son canales pasivos. Es esta característica la que marca la diferencia con las RRSS. Dentro de ellas, el usuario participa de manera activa en el proceso comunicativo, llegando a formar parte del equipo publicitario, compartiendo y comentando las diferentes acciones que lleva a cabo la organización.
El fin ideal de cualquier marca en redes sociales debería ser crear comunidad. Conseguir que sus seguidores se sientan identificados con ella e incluso, orgullosos de lo que hace. Entre entendidos en la materia, branding. Hecho que desembocará en un objetivo principal del marketing online: la difusión. Son muchos los puntos que se tienen que tener en cuenta a la hora de comenzar el juego de la publicidad. Para ello existen las estrategias de comunicación. Pero, si hay algo en lo que coinciden todos los expertos, es que el verdadero secreto para conseguir que tu empresa funcione está en la estética. Por esta razón, en ocasiones se hace necesario contar con profesionales de fotografía y vídeo y diseño gráfico que ayuden a tu organización a cuidar la producción audiovisual.
La estética identifica quién y cómo eres
No importa qué buenos sean tus textos de acompañamiento, ni cómo de trabajados estén los elementos de las fotografías y los vídeos que compartes. Si no realizas una correcta dirección de arte, todo tu trabajo habrá servido para caer en el olvido de los timelines, cuando no para desprestigiar la imagen de tu empresa o llevar a tus redes al peor de los destinos: la creación de memes. Porque lo peor no es que no les guste tu trabajo, lo peor es que la comunidad de usuarios se haga eco de tus nefastas planificaciones creativas, llegando a mofarse del fruto de tu esfuerzo. Al final tendrás repercusión, sí, pero a qué precio.
Un buen director de arte sabrá hacer el briefing necesario para cada contenido. Diseñar una idea, plasmarla o configurar los métodos para que otros la lleven a cabo, y conseguir que los carteles, las fotografías, los vídeos… en general, los contenidos audiovisuales, sean atractivos y coherentes con la empresa o entidad a promocionar. Amante de los detalles, sabe que la calidad no se realiza en cinco minutos y que la creatividad no es una constante, surge o se estanca. Se puede confundir con un diseñador o un artista, aunque realmente es un comunicador con aptitudes creativas y estéticas. Cuidar los detalles es una condición sine qua non para el éxito de cualquier estética a transmitir. Porque un buen texto no sirve de nada sin una imagen que, en un vistazo, resuma las intenciones del contenido a la perfección.
El resultado es lo que cuenta
Tener un objetivo claro con la promoción publicitaria nos permitirá gestionar con precisión la creación de contenidos. Generar materiales visuales, de calidad, requiere de cierta experiencia y conocimiento de las herramientas básicas como el paquete Adobe u otros métodos de diseño en línea. No todo el mundo es consciente de la importancia que tiene el impacto visual. La percepción de nuestra marca puede verse deteriorada por un vídeo pobre, de baja calidad y creado con un formato casero: sin una historia con partes marcadas, en la que los cortes mal desarrollados, la mala distribución de los planos, el abuso de los rótulos, logotipos y fundidos, una resolución baja, sonido mal configurado, iluminación mal establecida, y muchos otros problemas, acabarás por generar un contenido que estaba mejor lejos de la opinión pública. Aunque sin una buena idea, no hay capacidad que valga.
Si configuras una estética constante que sirva al espectador para identificarte y además la desarrollas con calidad, tienes el éxito asegurado. En cambio, si obvias este aspecto, perderás todo el trabajo que hayas hecho. ¿Imaginas una película de éxito internacional como ‘Titanic’ sin que hubiera contado con la correcta dirección artística? ¿Qué habría sido de James Cameron si hubiera olvidado la importancia de los planos del atardecer en el océano o el buen atrezo de época? Ningún guión de los ‘Premios Óscars’ puede salvar una producción mediocre. Y eso es algo que, en el fondo, todos sabemos.