El incierto futuro del papel
Su tacto, su olor o las peculiares manchas que deja en los dedos son propiedades que siempre lo definirán. Verlo encima de la barra de cualquier bar u observar como la gente pasa sus páginas al lado de un buen café, son otros dos factores que siempre estarán escritos en la historia del periódico de papel.
Estas frases parece que hablen de pasado o que predigan su muerte aún cuando este medio todavía está entre los mortales. Pero es que, para los que hemos vivido el cierre de alguna de las cabeceras más importantes de la provincia, el futuro del papel está en tela de juicio desde hace varios años. Opiniones hemos escuchado de todos los colores; son muchos los que creen que todavía quedan aficionados a la lectura en papel o que no es lo mismo ir pasando hojas que hacer varios clicks para obtener cualquier información. Necesitaríamos miles de folios para recoger la cantidad de opiniones que se tienen sobre el futuro de este medio de información tradicional. Un informe realizado por la revista Economía Digital se atreve incluso a predecir su ocaso dándole a este soporte no más de 30 años, quizás atrevidos, pero nada desencaminados.
Aunque no podemos asegurar cuándo será el momento, de lo que sí estamos seguros los que vivimos del periodismo es que cada vez se venden menos ejemplares y que las principales cabeceras pierden lectores en papel día a día. Esta premisa la respalda El Español en una noticia publicada el pasado mes de enero. Este diario desvelaba que según la Oficina de la Justificación de la Difusión los seis principales diarios de la nación perdieron un 61% de su difusión durante 2017. Porcentaje alarmante que ha ido creciendo año tras año desde que el sector entrara en crisis en el año 2008. La pérdida de inversión publicitaria, fuente principal de ingresos de los medios, ha sido tal vez una de las causas; pero sin duda la aparición de soportes más novedosos y atractivos ha sido el factor destructivo más importante para el tradicional periódico. Antes solo podías informarte de los hechos ocurridos a través del papel y ahora… ¡Ojos que no ven, Facebook que te lo cuenta o en Google que lo encuentras! Es por ello que las fuentes digitales han ganado territorio a lo tradicional y lo han relegado a un segundo plano del que va a ser muy complicado, por no decir imposible salir.
¿Alternativas al periódico en papel?
Algunos piensan que se reinventará y que no morirá, pero lo cierto es que en este porcentaje se encuentran muy pocos. Los que luchamos en el campo de batalla de la comunicación lo vemos a diario. Encontrar en Facebook todas las noticias que el diario ha publicado en papel hace innecesario moverse de la silla para ir al quiosco a adquirir lo que tenemos en un solo click. Fenómeno que nos puede llevar a pensar que hemos de hacer buenos periódicos digitales, premisa a la que yo contesto, para elaborarlos los periodistas seguimos haciendo falta. Nuestro trabajo tiene que ser remunerado, por lo que para que lo digital prospere, los usuarios deben invertir en la elaboración de estas cabeceras on-line. Los suscriptores pueden ser la clave del crecimiento de lo digital, pero lo cierto es que tampoco los usuarios están por la labor de pagar para recibir el periódico completo vía web. Aspecto que nos lleva a pensar que la gente quiere estar informada de forma gratuita, y de esta forma no puede crecer ni lo escrito en papel ni lo escrito en digital.
Por lo tanto, quizás nos tengamos que plantear que sin el apoyo de la audiencia no muera únicamente el papel, también el resto de vías de comunicación, una muerte por falta de alimentación que no está en manos de los profesionales. El futuro está en manos del público, que debe confiar en las nuevas vías de comunicación, nutrirlas, cuidarlas, valorarlas e impulsarlas y sumarse a ellas para su evolución y consolidación. Con este artículo abrimos una pequeña reflexión… ¿morirá finalmente el papel? ¿cuántos años quedan para dejar de verlo en quioscos y cafeterías? ¿son los soportes digitales el futuro de la comunicación? Hagan sus apuestas y reflexionen, pues el futuro de la comunicación es completamente incierto.