Denominado como COVID-19, cada vez que escucho hablar del maldito coronavirus no puedo más que retrotraerme a tiempos mejores. Exactamente a 28 años atrás, cuando parece que el mundo giraba de otra manera y España era epicentro de acontecimientos de carácter estelar, que diría la exministra alicantina Leire Pajín. Teníamos pendiente la celebración de la Exposición Universal de Sevilla (abrió sus puertas el 20 de abril) y la celebración, durante el verano, de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
Los inicios de la mascota
Curro, un simpático pájaro con el pico y la cresta arcoíris fue la mascota de la expo. Pero él hoy no nos importa. El verdadero protagonista de esta historia es la otra mascota, la de las Olimpiadas. Cobi, ese extraño animal dibujado por Javier Mariscal en dos dimensiones. No quedó exento de críticas, que si fueron aplacadas fue, sobre todo, porque entonces no habían, ni pensábamos siquiera en que pudieran existir las actuales redes sociales. Por eso Cobi se libró. Cosa que no le ha pasado, por ejemplo, a la lengua amarilla que ejerce de imagen este 2020 de la capitalidad gastronómica de Murcia.
Cobi se coló en nuestras casas impreso en camisetas, en forma de peluche, lo veíamos a diario por la tele. En este punto no puedo dejar de mostrar mi desazón después de haber consultado con algunos compañeros de Equipo de Comunicación que o eran niños de teta cuando Cobi vio la luz, o ni siquiera habían nacido. Ellos se lo pierden, porque nuestro Cobi fue una estrella rutilante y mucho más simpática que el COVID-19 que nos mantiene confinados. Confinamiento de hoy dos meses y 4 días y fruto del cual, probablemente, brotan estas líneas.
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La evolución de Cobi
Pero nuestro Cobi 92 también ha evolucionado. Su creador, Javier Mariscal, nos ha mantenido al tanto a través de su canal de Youtube. En él podemos encontrar algunos vídeos como ‘El nacimiento de Cobi’ sobre cómo la mascota olímpica comenzó siendo un peludo gos d’atura dels Pirineus, y acabó siendo otro tipo de perro bastante más singular.
Además, aunque no sea oficial, a sus 28 años Cobi también tiene un perfil de Twitter en el que nos recuerda que aunque el COVID-19 nos quiera fastidiar: “yo soy el único Cobi que debe sobrevivir”. Nuestro Cobi no ha mutado en COVID, el nuestro nos parece ahora hasta entrañable, aunque se nos hiciera difícil verlo en sus inicios. El recordarlo ahora, con la distancia que nos da el tiempo, nos lleva a apreciarlo quizá más de lo que lo hicimos en su momento. Cobi fue fruto de una estrategia de comunicación que hoy nos sirve de ejemplo para demostrar que, entre las miles de campañas comunicativas que surgen a diario, solo unas pocas perviven en el tiempo.
En Equipo de Comunicación somos un grupo de profesionales tan distintos como complementarios, algunos crecimos con Cobi y con la tinta de los periódicos manchándonos las manos y a otros se les cayeron los dientes pendientes de la última actualización de un programa informático de edición de fotos y vídeo para mejorar las stories de Instagram. Nuestras estrategias están encaminadas a mejorar la comunicación de instituciones y empresas a través planes de Social Media, posicionamiento web, gabinete de prensa y comunicación de crisis. No sabemos si alguna vez crearemos un ‘Cobi’ que nos sobreviva en el tiempo, pero sin duda hemos puesto los mimbres para conseguirlo.